Por Rafael Labrada Díaz Cuartel Moncada
A fines de la década del 40 del siglo pasado, las fuerzas progresistas, encabezadas por el Partido del Pueblo, Ortodoxo, eran fuertes candidatas para ganar las elecciones programadas para el año 1952 y, ante ello, el gobierno de los Estados Unidos optó por perpetrar un golpe de estado, con Fulgencio Batista a la cabeza, a fin de evitar tal posibilidad.
Batista, que antes había gobernado el país mediante procedimientos ajenos a las urnas, ahora en esta segunda ocasión implantó una dictadura que costó la vida a miles de cubanos dignos, actuó con un total entreguismo a los designios del norte y sumió al pueblo de la nación en la más terrible pobreza, desempleo, ignorancia y carencia de un futuro placentero.
En 1953, se cumplía el centenario del nacimiento del Apóstol de la independencia de Cuba: José Martí, y un grupo de jóvenes, liderados por el joven abogado Fidel Castro Ruz, emergió de entre las masas con el propósito de cambiar los destinos de la Isla.
Ese grupo, denominado la Juventud del Centenario, tenía la convicción de que la única vía para lograr las transformaciones que el país necesitaba no era la política, sino la lucha armada, para derrumbar el régimen de Batista y comenzar una revolución económica, política y social.
Con ese propósito, estos revolucionarios el 26 de julio de 1953 atacaron a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, con la intención de tomar las armas allí existentes y entregárselas al pueblo para iniciar la lucha contra aquel régimen de oprobio que oprimía a los cubanos.
Por causas fortuitas, el propósito no se pudo lograr y, Fidel, con varios atacantes, se encaminaron hacia la Sierra Maestra para desde allá proseguir las acciones militares contra la tiranía hasta su derrota total y, de esa manera, tomar el poder político e iniciar las medidas que conlleva una revolución.
El pequeño grupo fue sorprendido por el ejército batistiano antes de llegar a las montañas y calló prisionero, por lo cual fue trasladado hacia Santiago de Cuba, donde encontraron que esa ciudad se había convertido en una verdadera carnicería humana, porque todos los revolucionarios que cayeron prisioneros durante el ataque fueron asesinados por los esbirros de la tiranía.
Luego, vendría el juicio por los hechos del Moncada, ocasión en que Fidel se convirtió de acusado en acusador, y puso al desnudo los desmanes cometidos por los soldados de la tiranía contra los prisioneros y denunció los males que padecía la nación como consecuencia de la actuación sumisa y servil de Fulgencio Batista.
Al mismo tiempo, el líder de los revolucionarios, quien asumió su propia defensa, en su alegato, conocido como La Historia me Absolverá, dio a conocer el llamado Programa del Moncada, en el que expuso las medidas que adoptaría el grupo en caso de tomar el poder algún día.
En ese programa estaba el problema de la tierra, de la salud, de la educación, del desempleo y otros males que aquejaban al pueblo cubano, y que era necesario buscarles soluciones para tener una patria como la que soñó Martí y por lo cual entregó su valiosa vida.
El grupo resultó condenado y enviado a la entonces Isla de Pinos para cumplir la sentencia, luego vendría la amnistía por la presión del pueblo, el exilio en México, los preparativos de la invasión a Cuba, el reinicio de la lucha en la Sierra Maestra , que luego se extendió por el llano, hasta la victoria de enero de 1959, el traslado de Fidel hacia La Habana y el comienzo de la verdadera revolución.
Hoy a 70 años de aquellos hechos, el pueblo de Cuba tiene ante sí el Moncada plasmado en los efectos mundiales de la covid-19, al recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que los Estados mantiene contra la Isla, desde hace más de seis décadas, y los problemas ocasionados por las guerras que se libran en otros países que afectan a la Mayor de las Antillas.
Ese nuevo Moncada le ha causado a los cubanos serios problemas económicos y desabastecimientos; pero a diferencia del primero, esta vez el pueblo no fracasará en su intento por tomarlo, lucha día a día contra estas dificultades y, al igual que en la etapa de período especial, saldrá victorioso y fortalecido, porque tiene la experiencia, la decisión y los valores para repetir la victoria de enero de 1959.