EN EL ANIVERSARIO 82 DEL NATALICIO DE CLODOMIRA
Por Rafael Labrada Díaz
En un sitio denominado El Cayayal, ubicado en las altas serranías orientales de la Sierra Maestra, en el seno de una humilde familia, el dos de febrero de 1936 nace Clodomira Acosta Ferrals, la que luego sería la joven campesina convertida en mensajera del Ejército Rebelde, para las acciones de mayor confiabilidad e intrepidez.
La valerosa mujer, constituyó una de las tantas que ofreció su valiosa ayuda a los combatientes que emprendieron la lucha armada contra la tiranía batistiana que, con el más traidor entreguismo a los intereses de los Estados Unidos, asesinaba, torturaba y encarcelaba a quienes se les oponían en cualquier región del país.
Clodomira no combatía con las armas junto a sus compañeros en las montañas orientales, su misión era mucho más difícil y no exenta de riesgos, por cuanto su labor se desarrollaba en el mismo ámbito de sus enemigos en forma clandestina, lo cual exigía serenidad, coraje y una profunda convicción de la misión que realizaba.
Fue portadora de los más diversos mensajes del Comandante en Jefe Fidel Castro dirigidos a disímiles puntos de la geografía cubana, los cuales representaban una gran importancia para el desarrollo de la insurrección en las montañas y en el llano, acciones que supo cumplir con responsabilidad, patriotismo y decisión.
Por ello, sus servicios a la causa de la segunda liberación de la Patria, no tenían precio para los revolucionarios y, gracias a sus misiones, el Ejército Rebelde mantenía imprescindibles contactos con revolucionarios ubicados en las zonas urbanas y rurales, cuyas colaboraciones representaban un baluarte para el sostenimiento y avance del grupo de combatientes que operaban en la Sierra Maestra.
El Comandante en Jefe del Ejército Rebelde Fidel Castro le encomendó una misión en La Habana y, como siempre, de inmediato partió rumbo a la capital del país, pero en esa urbe cayó en manos de los esbirros de la tiranía, al ser hecha prisionera junto a su compañera de lucha Lydia Doce, en septiembre de 1958.
Las fuerzas represivas se ensañaron con aquellas indefensas mujeres, como venganza por los costosos reveses sufridos ante el avance de los rebeldes en las zonas oriental y central del país, que a la postre dieron al traste con la dictadura batistiana el primero de enero de 1959, al huir el tirano hacia el exterior junto a sus acólitos más allegados.
Clodimira y Lydia fueron sometidas a las más salvajes torturas, sin que sus victimarios pudieran arrancarles una sola palabra de delación por aquellas heroínas, hijas fieles de la patria a la cual ofrendaron la vida; sus cadáveres, luego de introducidos en sacos con arena, fueron lanzados al mar.
El pueblo cubano celebra agradecido el natalicio de la campesina que entregó lo más preciado para que la Revolución fuera una realidad en su país, y nunca más cayera en manos del imperialismo norteamericano, cuyo saqueo y dominio político, económico y social se prolongó durante varios años.
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