EN EL ANIVERSARIO 57 DEL ANUNCIO DE UNA NUEVA POLÍTICA DE EDUCACIÓN EN CUBA
Por Rafael Labrada Díaz Al triunfar la insurrección armada en Cuba, el primero de enero de 1959, encontró que miles de niños no tenían escuelas ni maestros para estudiar, como consecuencia del grado de abandono al que los regímenes burgueses habían sumido al país. Ante ello, era necesario eliminar ese flagelo, en aras de que la población cubana dejara atrás la ignorancia, la falta de instrucción, el olvido heredado del coloniaje español que durante tantos años había subyugado a la Mayor de las Antillas. Por eso, el 13 de abril de 1959, más de 22 MIL maestros de las escuelas públicas y privadas del país respaldaron la política educacional de la Revolución, durante un encuentro que sostuvieron con el Comandante en Jefe Fidel Castro, en la Ciudad Deportiva de La Habana. Con ello, la Revolución, además de llevar la justicia social a las amplias masas populares, garantizaba el personal calificado que se necesitaría para emprender los cambios económicos previstos en el país, en aras de avanzar en el desarrollo de la nación. La reunión del Comandante en Jefe Fidel Castro con los educadores cubanos en 1959, constituyó el punto de partida de los avances que la educación muestra hoy en todas las enseñanzas, incluida la superior, la cual quebró los muros de los recintos habituales, para expandirse hacia la mayoría de los municipios cubanos, en lo que se llamó la universalización de la enseñanza superior. La reunión se prolongó hasta la madrugada del siguiente
día, en la que el Primer Ministro del Gobierno
Revolucionario llamó a transformar radicalmente la
educación, como parte del proceso emprendido en Cuba
con el propósito de poner fin a muchos años de atraso en
ese campo. En esa ocasión, Fidel anunció que el campamento militar
de Columbia se convertiría en una ciudad escolar, en la
cual centenares de niños pudieran estudiar, y depositó en
manos de los educadores una importante tarea: si la
Revolución trajo la libertad a la niñez, son los maestros
quienes tienen el deber de moldear ese material. Los trabajadores del sector respaldaron plenamente la
petición del Primer Ministro del Gobierno Revolucionario y
no solo se trasladaron hacia los lugares más intrincados
del país para dar clases, sino que también organizaron un
centro de formación de maestros voluntarios en la Sierra
Maestra. En poco tiempo, todos los niños de la nación tenían
garantizados un educador y un aula para estudiar y, de
esa manera, podían alcanzar el sexto grado de la
enseñanza primaria, con lo cual quedaba atrás el flagelo
de la falta de aulas y personal para la instrucción escolar. Luego, en 1961, se llevó a cabo una Campaña de
Alfabetización, en Cuba, dirigida a liquidar el analfabetismo
y, al concluir esta, se aplicó un ambicioso plan de becas,
principalmente dirigido a los alfabetizadores, para que
estos tuvieran la posibilidad de cursar la secundaria, el
preuniversitario y formarse como técnicos de nivel medio
o profesionales universitarios.
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